miércoles, 31 de enero de 2007

Prohibido hablar de…

Últimamente me he dado cuenta, de que no tenemos tantas libertades como creemos. Y en esta ocasión, no lo digo por las prohibiciones del PSOE. Sino más bien por las propias “auto-censuras” a las que nos sometemos.

Tal vez, esa sea una de las razones por las que House triunfa tanto y Risto Mejide, es seguido por miles de admiradores. Bien es cierto, que son “políticamente incorrectos”, o lo que es lo mismo, groseros y brutalmente honestos, hasta el punto de ser o parecer unos arrogantes endiosados, que sólo dan sus ideas como buenas. Y por esto mismo, por atreverse a defender sus posturas, sin complejos y de una forma cruda, la gente les admira…quieren ser como ellos.



Pero no es fácil, porque nuestros “personajes”, no tienen opositores de entidad. Siguen guiones marcados, que no encontrarán, ni la respuesta adecuada, ni la oposición equilibrada. Un House contra un House, en la vida real, no acabaría en respeto mutuo. En la ficción sí, porque, House es un cabrón con pintas, pero en el fondo tiene el corazón de un corderito , que es lo que a la audiencia le mola.


Como digo, en la realidad, ese enfrentamiento acabaría, y acaba como el rosario de la aurora. La gente que se atreve a discutir sus ideas, generalmente no lo hace ni con ecuanimidad, ni con espíritu de autocrítica, porque eso es “mostrar debilidad”. Por lo que no merece la pena intentar discutir con ellos, porque pocas veces llegas a algo más que a las descalificaciones personales. “Pues eres un…”, “Pues esa idea es ridícula…”, etc.

Además, estas personas cansan hasta tal punto, que te quitan las ganas de discutir de cualquier tema. La cosa cambia un poco, cuando se encuentran dos personas con espíritu de autocrítica y que consideran que sus posiciones, pueden cambiar ante nuevos datos. Esas conversaciones suelen ser amenas, didácticas, y altamente productivas. Una conversación que puede durar horas, y posponerse para otro día por quedar mucho por explorar.

Pero hay temas, que está “prohibido tocar”, y sólo hablaré de dos:

  • Política: Hablar de política, es buscar el conflicto del “y tú más”, o del “tu eres un totalitario/facha/masón/gilip…”. Tienes garantizada una discusión improductiva, y totalmente acalorada. Como si discutieras con hinchas de un equipo de fútbol, igual. Este tema de conversación, altera a la gente de forma irracional. Da igual lo malos que sean los “suyos” porque los “tuyos” son peores. No es un tema objetivo, de resultados y forma de vida, si no subjetivo, de las ideas de lo que representan. Una concepción irresponsable que lleva a la gente, a no hablar del tema sólo por “no discutir”.



  • Religión: Presa fácil para ofensas personales, burlas, recriminaciones y descalificaciones varias. Históricamente un tema abonado para incontables guerras. Así que imagínense las posibilidades de “ataque”. De este último tema, he visto y vivido un “conflicto” reciente. Es similar a la política, en un colectivo de una mayoría ideológica, no puedes intentar defender una postura contraria, porque te devoran por los pies. Aunque bien es cierto, que hay formas y formas de expresar una postura contraria. Las ofensivas son respondidas con merecido aplomo, pero desgraciadamente, las educadas son respondidas, con excesiva crudeza. Y de nuevo se cae en lo mismo, pues se prefiere, no hablar, o dar una opinión con la cual nos enriquezcamos todos, tan sólo por no discutir.

El pensamiento único, es muy cómodo para aquellos que lo imponen, lo imparten, y creen que su visión de la vida, es la “escogida” para regir el mundo. Pero para aquellos que consideramos, que el día que dejemos de APRENDER, será el día que no podamos respirar más, vemos con tristeza, como dicho pensamiento nos roba el diálogo.


Nos niega la sabiduría.